El inmenso desarrollo de la ciencia y la tecnología, particularmente de la segunda mitad del siglo XX ha incrementado sustancialmente la capacidad productiva de los países desarrollados y ha dado origen en América Latina a procesos particulares de concentración de riqueza y de formación de pequeños grupos de poder ligados con el capital extranjero
Zacatecas, Conacyt / ciberpasquinero
No hay una universidad o una academia para todos los tiempos; la educación superior se encuentra en constante transformación al igual que las sociedades, afirma la doctora Nydia María Castillo Pérez, docente investigadora de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ).
Es por ello que, mediante sus trabajos de investigación, se introduce en esa nueva era donde se trastocan valores, formas de conocer, aprender y vivir. Expone que la calidad de las propuestas en materia de políticas educativas y de las que efectúen los maestros, constituye la piedra angular susceptible de asegurar que la juventud pueda asumir esos nuevos retos y encontrar los caminos necesarios para insertarse en esta nueva sociedad.
"En las últimas dos décadas, los cambios sociales, económicos, científicos y tecnológicos han sido de gran trascendencia. Prácticamente la sociedad global ha cambiado de era; no se trata de cambios simples sino de una nueva era en la que surge una nueva visión filosófica del mundo en el contexto de la sociedad globalizada y de la emergencia de la sociedad del conocimiento", sostiene Castillo Pérez, miembro nivel I del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
Autora de tres libros y diversos artículos de investigación, Nydia María Castillo Pérez es docente investigadora de tiempo completo en la maestría de investigaciones humanísticas y educativas (MIHE), de la UAZ, en donde labora desde 1999, así como perfil deseable del Programa para el Desarrollo Profesional Docente (Prodep).
Su trabajo está orientado a la educación superior y el impacto que tiene en el desarrollo de la sociedad y la cultura, sobre todo la relación de su calidad con los nuevos perfiles o requisitos a nivel del mercado de trabajo y profesiones, con el fin de que los egresados de carreras universitarias puedan ejercer cambios cualitativos de fondo en la sociedad.
Distribuir la riqueza
Señaló que desarrollo no es solo crecimiento económico, sino ser capaces de distribuir la riqueza de forma colectiva y el crecimiento de manera equitativa, con direcciones precisas, en los polos que más necesitan esa inversión. "Así estaremos aportando para tener mejores condiciones; pero ello requiere un plan de desarrollo estratégico de la academia".
El inmenso desarrollo de la ciencia y la tecnología, particularmente de la segunda mitad del siglo XX, dijo, ha incrementado sustancialmente la capacidad productiva de los países desarrollados y ha dado origen en América Latina, incluido México, a procesos particulares de concentración de riqueza y de formación de pequeños grupos de poder ligados con el capital extranjero.
Esto es importante entenderlo para poder responder a por qué ahora en América Latina encontramos que hay tantos niveles de exclusión, tantos sectores sin oportunidades de estudio o de encontrar un trabajo que les permita vivir dignamente o costearse los gastos de una vivienda, alimentación y todo lo que concierne a una calidad de vida con un nivel acorde al derecho que tiene el ser humano.
Desempleo
Añadió que debido a un desequilibrio entre las carreras que se estudian y la calidad de los estudios, en comparación con los niveles de desarrollo de grandes, medianas y pequeñas empresasd. debemos revisar lo que se está proponiendo como carreras y el contenido de las mismas en las universidades para mantener el equilibrio social. Hoy más que nunca la universidad debe de ser creativa e innovadora bajo las condiciones de la demanda e infraestructura requerida de la sociedad.
Es importante aprender a ser, ya no es solamente aprender a conocer sino aprender a ser en un nuevo contexto mundial; a ser ciudadanos del mundo, sin perder por ello las raíces culturales y la identidad nacional.
En ese sentido yo diría que debemos aprender a navegar en aguas globales en donde la brújula será el conocimiento y el ancla que nos ayudará a movernos en esas aguas planetarias es la identidad nacional. Nuestra identidad nacional hoy se ve supeditada a grandes desafíos.
Tener mayor apertura, capacidad de inclusión, de tolerancia a la diversidad; pero por otro lado también debemos saber quiénes somos, de dónde venimos y cuál es nuestra identidad, que debe también abrirse a la diversidad.
Estos pilares son esenciales para saber quiénes somos y hacia dónde nos dirigimos. Esto nos obliga a estudiar esta nueva realidad en la que vivimos, ya que todos somos actores principales.
Señaló que se puede incentivar la producción científica y tecnológica de México creando mejores condiciones de desarrollo, motivando el proceso de internacionalización académica; es decir, que haya intercambios de investigación y conocimiento, estancias de profesores en las universidades de otros países en función de una planificación estratégica.
No se trata de hacer turismo sino de fortalecer las instituciones, de permitir que se movilicen aquellos que requieran ir a lugares donde puedan aprender más y, así, aumentar su producción científica y tecnológica.
Indicó que urge buscar que las universidades cumplan con las necesidades de la sociedad que les da origen y vida.
En cuanto a los estudiantes, hacer cambios con currículos integrales y flexibles, mejorar la infraestructura requerida, otorgarles libertad de opinar y ejercer su capacidad de elegir en torno a lo que quieren estudiar y de igual manera promover el respeto y la cultura de la diversidad.
Se trata de crear nuevas formas de relacionarse y de innovar oportunidades. Eso tiene que ver con los procesos de la democracia, el respeto a la libertad de opinar y pensar para incrementar la capacidad de crear e innovar.
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