martes, 6 de febrero de 2018

Cuatro milones al carnaval de Sao Paulo

“El Carnaval pertenece a cualquiera que quiera hacerlo en la calle. El Carnaval no tiene dueño”.

Reina del carnaval
Brasil / ciberpasquinero

Sao Paulo ha experimentado una explosión de “blocos”, las fiestas de canción y baile que suelen asociarse con el Carnaval en el nordeste de Brasil y, más recientemente, con Río de Janeiro.
La metrópolis, que muchos consideran demasiado formal y seria para ofrecer una buena fiesta, espera este año que cuatro millones de personas inunden sus calles, lo que sitúa las celebraciones en la capital financiera de Brasil en competencia con las de Salvador y Río.
“El objetivo para todo el mundo es tener el mejor Carnaval que ha tenido nunca la ciudad y, quién sabe, el mejor del país”, dijo el funcionario municipal Claudio Carvalho a la prensa en una rueda de prensa celebrando el reciente crecimiento del Carnaval de Sao Paulo.
El alcalde, Joao Doria, añadió que la ocupación hotelera para el periodo de festejos ya es de casi el 70%, en comparación con la media del 25% hace una década.
Aunque siempre hubo un puñado de blocos, la tendencia se aceleró en 2014 cuando el Ayuntamiento empezó a cortar calles y proporcionar servicios portátiles.
Los cientos de blocos, grandes y pequeños, planeados en toda la ciudad incluyen celebraciones con temas tan diversos como los derechos LGBT, la cultura bantú y la música electrónica.

No es una fiesta cualquiera.
Los brasileños la ven como una expresión y reflexión esencial de su cultura, y consideran el acto de tomar las calles como un importante freno al poder en un país que ha conocido dictaduras y que sigue sufriendo altos niveles de desigualdad.
El despertar de Sao Paulo forma parte de una tendencia más amplia de recuperar espacios urbanos, por ejemplo creando ciclovías o zonas peatonales.


Convulsión nacional.
El país registró en 2013 enormes protestas contra el gobierno, las manifestaciones más grandes registradas en Brasil en varias décadas.
El país cayó después en una de sus recesiones más profundas de su historia reciente, su primera mujer presidente fue impugnada y depuesta, y la mayor investigación de corrupción en América Latina reveló una trama de sobornos sin precedentes.
De hecho, muchos citan la conexión del Carnaval con la inestabilidad política como un motivo por el que las fiestas callejeras habían sido sofocadas en Sao Paulo en un principio.
Este año, algunos vieron un eco de los esfuerzos pasados por controlar las fiestas en la propuesta del alcalde de trasladar varios blocos, de un barrio principal de celebraciones a una avenida que atraviesa el corazón de la ciudad. Los blocos se resistieron, y pudieron quedarse.


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